He terminado de leer el libro "La ridícula idea de no volver a verte" de Rosa Montero.
La historia gira alrededor del diario que Marie Curie escribe tras la muerte de su marido Pierre. He podido comprobar que la científica redactaba bastante bien. Como curiosidad transcribo una felicitación navideña que escribió a su hija Iréne y a Frédéric en diciembre de 1928:
"Os deseo un año de salud, de satisfacciones, de buen trabajo, un año durante el cual tengáis cada día el gusto de vivir, sin esperar que los días hayan tenido que pasar para encontrar su satisfacción y sin tener necesidad de poner esperanzas de felicidad en los días que hayan de venir. Cuanto más se envejece, más se siente que saber gozar del presente es un don precioso, comparable a un estado de gracia".
El 7 de mayo de 1906 escribía:
"Ayer estuve en el cementerio. No podía entender las palabras "Pierre Curie" grabadas en la piedra".
Esta última frase me ha impresionado mucho. Es sencilla, pero transmite claramente el sentimiento que produce ver el nombre de un ser querido en la piedra de una tumba.
Por otro lado, también resulta muy interesante en el libro conocer la trayectoria científica de Marie Curie. Todos conocemos el nombre de la física, pero pocos conocen realmente sus trabajos, sus descubrimientos, su tenacidad y genialidad.
Un libro muy recomendable.
