miércoles, 12 de julio de 2017

Las astrónomas de Harvard

En verano, tenemos la oportunidad de observar el cielo por las noches y redescubrir la posición de las distintas constelaciones.


La Astronomía es la ciencia que estudia la estructura y composición de los astros, su localización y leyes de sus movimientos. El estudio del firmamento es muy antiguo, desde Aristarco de Samos hasta Ptolomeo, pasando por Galileo, Kepler, Copérnico o el mismo Newton; pero pocos conocen los trabajos de las llamadas astrónomas de Harvard. A finales del siglo XIX, fueron contratadas por el director del Observatorio de Harvard, Edward Charles Pickering, un grupo de mujeres cuyo trabajo era analizar, catalogar y registrar datos sobre estrellas. Era considerado un trabajo menor, de oficina, que los hombres se negaban a hacer. En la foto, aparecen las astrónomas acompañadas de Pickering.

Créditos: Harvard University Archives

Estas mujeres clasificaron los sutiles colores de las estrellas y los cambios de brillo de más de 250.000 estrellas. Algunas de estas astrónomas fueron Henrietta Swan Leavitt (1868-1921), analizó millares de imágenes del firmamento, estableció la relación entre período y luminosidad de las cefeidas, un tipo de estrella pulsante muy habitual. Estableció que las más brillantes pulsaban más lentas y las más tenues lo hacían más rápidamente. Sus estudios ayudaron a la confirmación de Hubble de la expansión del Universo. Además, intuyó que la Vía Láctea no era la única galaxia del Universo.


Otras astrónomas son Annie Jump Cannon (1863-1941) que llegó a catalogar 5000 estrellas en un mes, realizó la clasificación espectral de las estrellas atendiendo a la temperatura superficial. En la actualidad esta clasificación es universal. Trabajó junto a Williamina Paton Fleming (1857-1911), sirvienta de Pickering. Ambas clasificaron las estrellas de las más frías a las más calientes. Observaron miles de placas fotográficas.


Los estudios de estas astrónomas abrieron la puerta a otras mujeres como a Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979). Determinó que el componente mayoritario de las estrellas es el hidrógeno. En 1956 fue nombrada la primera mujer asociada de la Universidad de Harvard, con posterioridad llegó a dirigir un departamento.


La historia de estas mujeres, junto a otras astrónomas como María Mitchell (1818-1889), profesora pionera, tercera mujer en descubrir un cometa y líder en la lucha por el acceso de la mujer a los estudios superiores, inspiró la novela "Las calculadoras de estrellas" de Miguel A. Delgado.


Trata sobre el desconocido papel que jugaron centenares de mujeres anónimas en importantes descubrimientos astronómicos posteriores. Es una interesante y curiosa opción de lectura para este verano.